POR CIRILO DE PINTO.- Córdoba y su rica historia tuerca. La provincia desde hace varias décadas abrió sus caminos de tierra en medio de sierras y valles, de asfalto ya sean calles o autódromos, para que coches de todos los modelos, potencias y procedencia compitan rodeados de la interminable pasión de los aficionados.
Hoy, miles de pilotos cordobeses participan en categorías zonales, nacionales e internacionales. Aunque los circuitos locales, excepto el rally mundial, ya no son escenarios de espectáculos con el glamour y el brillo de otros tiempos. Que esto ocurra no solo es responsabilidad del automovilismo, también es por la interminable inestabilidad económica a la que parece estar condenada Argentina.
Hace 60 años, el 14 de febrero de 1960, la Fórmula 1 competía en un circuito callejero delineado en el mismísimo Parque Sarmiento. Así como se lee.
A simple vista parece una locura. Pero un apasionado e idealista del deporte motor, Alcides Raies, se encargó de convencer al gobernador Arturo Zanichelli, para que los autos de la máxima cartegoría del automovilimo mundial pudieran correr en pleno centro de la ciudad, gambeteando postales como el monumento al Dante, el zoológico y otros puntos verdes del parque.
La categoría abrió la temporada en el autódromo de Buenos Aires, y una semana después los mismos autos corrieron la segunda fecha en Córdoba.
El multiple campeón de rally, Gabriel Raies, le contó a TUERCAS EN RED que cuando su padre Alcides organizó junto un grupo de laburantes de la actividad ese memorable Gran Premio, él apenas tenía un año y medio de vida. Pero ya de grande lo escuchó destacar que “el apoyo de Zanichelli fue muy importante. Mi viejo siempre me habló de esa carrera, eran autos que andaban muy fuerte, eran novedosos, con grandes pilotos, y se disputaba nada menos que en el Parque Sarmiento. Si le contás a los chicos que la Fórmula 1 alguna vez corrió en las calles de Córdoba, te miran como si estuvieras loco”.
El quíntuple campeón mundial de la categoría, Juan Manuel Fangio, estuvo presente, no solo para ver la carrera sino como asesor de la organización.
En un día de muchísimo calor, a eso de las cinco de la tarde largaron el Gran Premio 15 autos: Maurice Trintignant (Cooper-Climax), Joaquín Bonnier (BRM), Ettore Chimeri (Maserati), Gino Munaron (Maserati), Bruce McLaren (Cooper-Climax), Masten Gregory (Porsche 1500), Dan Gurney (BRM), Harry Schell (Cooper-Maserati), Jack Brabham (Cooper-Maserati), Roberto Bonomi (Cooper Maserati), Alan Stacey (Lotus), Oscar Cabalén (Maserati), Carlos Menditeguy (Cooper-Maserati), Nasif Estéfano (Chevrolet Wayne) y Giorgio Scarlatti (Maserati).
Pese a que algunos tramos del semipermanente callejero fueron reasfaltados para la carrera, había muchas ondulaciones en las calles que no hicieron sencilla la tarea para los pilotos. Los autos sufrieron tanto el calor como el estado del piso y por eso, tras 75 vueltas a un circuito de 3,2 kilómetros, vieron la bandera a cuadros solo cinco.
Ante más de 30 mil espectadores, ganó el francés Trintignant, quien consiguió el liderazgo faltando 15 giros, con un tiempo de 1h53m59s9/10, dejando atrás a Gurney, Munaron, Chimeni y Bonnier.
La Fórmula 1 dejó su huella en Córdoba hace seis décadas, en un momento romántico del automovilismo. Hoy es impensado imaginar a la poderosa categoría por las calles de la Docta. Ya sea por cuestiones presupuestarias, por falta de circuitos e infraestructura que soporte su llegada y quizá también, por la ausencia de tipos como Alcides, que aquella vez hasta pretendió hablar con el presidente Arturo Frondizi para que convenciera al poderoso Enzo Ferrari de que Oscar Cabalén, el máximo ídolo del automovilismo cordobés, se subiera a una Ferrari.
Gabriel agregó: “Eso fue lo único que no pudo conseguir mi padre ese día, de haberlo logrado, hubiese sido una locura”.
TEXTO: TUERCAS EN RED
FOTO: LA VOZ DEL INTERIOR